El encargo inicial fue una vivienda unifamiliar para verano y fines de semana en una zona de costa para un número indeterminado de familiares y amigos. Además el presupuesto de la obra incluía requisitos récord.

El primer planteamiento fue crear un conjunto de apartamentos independientes que se articulan por medio de un salón común. De esta manera la vivienda se usará de forma parcial según los apartamentos que se ocupen, desde el punto de vista energético y de programa.

Este salón se desdoblará en dos por motivos climáticos. Dado que el clima gallego es tremendamente lluvioso pero las temperaturas son suaves la parte más exterior del salón se transforma en un invernadero que permite que se pueda usar a modo de jardín, patio de juegos de niños en días lluviosos, etc. Además de las ventajas desde el punto de vista climático por estar orientado a sur aprendiendo directamente de modelos de construcción de arquitectura tradicional gallega. Ambos salones pueden unirse o mantenerse separados por un cerramiento de vidrio.

La tectónica del proyecto responde a un conjunto que recuerda a la nueva arquitectura rural gallega que ya no tiene que ver con la mampostería de piedra si no con los “alpendres” y añadidos autoconstruidos con materiales industriales. Tanto el conjunto de construcciones (los apartamentos con distintas alturas y volumetrías, los salones, el garaje, etc.) como los materiales empleados, materiales industriales, chapas, policarbonatos, invernaderos entre otros muchos, crean un resultado en esta línea, que además nos permite ceñirnos a un presupuesto tan limitado.